domingo, 29 de septiembre de 2013

Cómo acompañar a nuestros hijos/as en la vuelta al cole



Imagen Leadro Lamas.



Cada septiembre, miles de niños/as, tal vez millones, abandonan sus casas, y como decía mi amiga Elena Mayorga el otro día, calles, plazas y parques se quedan desiertos.

Elena tiene razón al afirmar que “nuestros hijos/as no desaparecen, son institucionalizados, los encerramos” por necesidades del guión (que no suyas) y es muy importante que seamos conscientes.

Aceptar que las guarderías y las escuelas (tal como están concebidas) son una necesidad de los adultos (y del sistema económico actual) que no de los niños/as es imprescindible para poder acompañar su “adaptación” a esa brutal separación del hogar y del mundo,  que no se produce solo a los 3 años, sino que sigue vigente cada año, incluso en su adolescencia.

Si los seres humanos no hemos nacido para estar encerrados, los cachorros de nuestra especie tampoco. Los horarios rígidos, las rutinas inflexibles, la poca libertad de ir y venir, hace que cada año nuestros hijos se sigan rebelando a su manera o enfermando. Las madres y padres tenemos que estar ahí.

Ser conscientes del dolor y la ansiedad que produce cada año en nuestros hijos /as la "escolarización cerrada", es decir “adaptarse a algo para lo que no están hechos y no siempre les hace felices” no es fácil, y como madres/padres es duro, pero es la única manera de poderlos acompañar.

Esto nos abrirá la mente a la hora de buscar alternativas a la escolarización tradicional (unschooling, homeschooling, escuelas libres) o a la hora de ser “subversivos y creativos” dentro de ella misma si es la única opción que tenemos a nuestro alcance.

Mientras todo cambia, mientras la escuela deja de existir, al menos en su faceta de aparca-niños/as a puertas cerradas desde las 9 hasta las 5 (o incluso más allá) es importante que nuestros hijos/as no pasen en ella más tiempo del imprescindible.

Si necesitan un día de descanso y se lo podemos dar, vámonos de excursión. Si es necesario mentir porque la institución es rígida (estas cosas deberían ser bien recibidas por los profesionales de la educación pero no siempre lo son), yo soy partidaria hacerlo. La felicidad de nuestros hijos/as debería estar por encima de todo.

Cada resfriado, cada virus (que durante el verano han esquivado a base de ejercicio y alegría) es una señal de que están sobrepasados y necesitan descansar, permitámosles que se recuperen en casa todos los días que necesiten. No usemos la fiebre como único indicador. No les obliguemos a abrazar la fiebre.

El otro día alguien decía que septiembre era el mes de los virus, yo sinceramente creo que es el mes de la pena, porque los virus están siempre ahí pero afectan poco cuando estamos felices. No es ya cuestión de plantas milagrosas para recuperar o subir las defensas, es cuestión de aceptar y acompañar. Poca cosa hay más dura que una adaptación al inicio escolar sin ser acompañados/as. Repito tengan la edad que tengan. Es importante que nuestro hijo/a pueda decirnos con tranquilidad que en la escuela/instituto no siempre es feliz y que preferiría estar en casa o en la playa o en el monte.

Yo, que trabajo dentro del sistema, (bastantes quebraderos de cabeza y auto-cuestionamiento interno me cuesta, lo admito), veo cada día a adolescentes comportarse como niños/as con “la galleta rota”, explotando a la mínima en estallidos de rabia o de llanto. Mejor dejarlo salir todo. Mejor dentro que fuera para no enfermar.

Incluso ellos/as que llevan años institucionalizados y, ya tienen miles de recursos, a veces necesitan quedarse una mañana durmiendo, viajar con sus padres si a todos les apetece, ser capaces de desconectar, saltarse algunas clases. A pesar de su edad, sigámosles permitiendo esas brisas de aire fresco. Como madres/padres estemos presentes. Por suerte no son adultos/as todavía.

Así que mañana lunes, el martes, el miércoles etc mirémoslos de otra manera cuando no quieran madrugar, si es posible que entren tarde, que salgan antes, dediquémosles la tarde entera si podemos, con la presencia y consciencia que necesiten. Acojamos todas sus explicaciones, sus quejas, sus historias. Démosles herramientas si las necesitan para que toda esa energía se mueva. Validemos todos sus sentimientos. Confiemos en ellos/as.

Y, mientras tanto, sigamos creando y trabajando para cambiar el mundo, para darle la vuelta a la palabra “educación” desde la raíz, para acompañarles en la vida desde la gestación y el nacimiento.

La escuela actual un día desaparecerá, estoy segura, lo que vendrá después será más libre, no tendrá puertas, tal vez ni siquiera un edificio, y habremos de construirlo junto a nuestros hijos/as, a su remolque, siempre un pasito por detrás...

¡Grandes maestros/as!

Myriam Moya Tena 

11 comentarios:

  1. Espera, que he publicado con mi blogger del año de la tana...

    Que decía que tal cual, que das en el clavo con mucha lucidez, para reenviar a diestro y siniestro (me encanta lo del mes de la pena, así es). Gracias!

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  2. Qué entrada tan maravillosa... Siempre da alegría y una sensación de alivio, comprobar que dentro del sistema educativo actual también hay personas (aunque sean pocas) que tienen esta visión.

    Gracias, muchas gracias por tus palabras. Son esperanzadoras cuanto menos... Quizá algún día la educación se adapte un poquito más a las necesidades de los que la reciben. Quizá algún día lejano...

    Un abrazo.

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  3. Hola,
    Había venido a leerte pero nunca había comentado.
    Me identifico con este post. A veces uno sabe las cosas, y sabe que está bien sentirlas y pensarlas, pero es más fácil cuando alguien te lo pone por escrito y te confirma que está bien. Especialmente en estos casos donde uno generalmente es minoría.
    Entiendo que a veces vale más una mentira para alguien que en realidad no te va a escuchar y para no perder el tiempo, pero no estoy de acuerdo en usarla porque siento que resta valor a lo que sea que haya o no hecho en relación a la felicidad de mi hijo. Pero eso es algo personal.
    Nosotros estamos en el otro hemisferio así que nuestro año escolar no coincide, sin embargo, mañana volvemos de vacaciones de fiestas patrias así que de igual manera este post nos viene muy bien.

    Saludos desde Constitución, Chile.

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  4. Gracias por tu escrito. Dices que estás dentro del sistema, por qué? En qué trabajas?
    Saludos. Gracias otra vez por tu blog

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    1. hola Josefina, soy profesora de Secundaria en la escuela pública desde hace años, abrazos, Myriam

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  5. completamente de acuerdo yo se lo comparo a mis hijos con el hecho de que nosotras y nosotros pasamos la misma pena cuando vamos al trabajo y me solidarizo con ellos y parecen entenderlo que es una obligacion y que se a de cumplir con ella con la mejor nota por que sino no ay dinero en nuestro caso y en el suyo no sacan buenas notas tambien el mayor mio tiene 11 años

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  6. Maravilloso, en ello estamos, en pleno periodo de adaptación con sus 3 añitos. Ojalá esto cambie pronto y tome el sentido de la humanidad necesita. Gracias por tu post. Lo comparto con mucho gusto.

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  8. Ayer fui uno de los días mas duro junto a mi hijo de dos años y medio.
    Observar como introducían a los pequeños en las aulas, me partió el corazón. Arrancados de los brazos de sus padres, incluso episodios de niños arrastrados de dos en dos por el patio del colegio para meterlos en las aulas. Que terror!!
    Hay millones de formas de hacerlo mejor.. con un poco de cariño y buen hacer podrían realizar una dinámica para facilitarle un acceso amigable tanto a niños como padre y maestros.
    Me avergüenzo de lo que vi, y de inscribir a mi hijo en este colegio.
    ..algún día llegara un escuela libre..
    Gracias por tu post. Lo comparto con mucho gusto.

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  9. Me ha encantado. Completamente de acuerdo. Mi hijo acaba de empezar el cole, aun no tiene los 3 añitos. Por suerte es un colegio publico, flexible, donde los padres participamos, tienen huerto, meditacion, cocina, los padres van a contar cuentos,... a 5 minutos de casa andando, estoy feliz!

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