por Myriam Moya Tena
Cada una sabe cómo y por qué llega a la blogosfera maternal. Cada una tiene sus propios motivos, intereses, deseos, carencias, su grano de arena a aportar. Todos los motivos son válidos porque son genuinos y únicos, como cada un@ de nosotr@s (incluyo a los hombres porque sé que están, hacen falta y son bienvenidos). Por suerte son miles y muy diferentes los caminos por los que nos acercamos a “nuestra Red de madres”, los puentes que se tienden, las puertas que se abren e incluso las que se cierran, porque se trata de eso, de ser libres para llegar, irse o quedarse.
La Red maternal es un montón de historias que se entrecruzan entre sí, que dan y reciben sin necesidad de que sea por igual, que vienen y van. Empezaré contando mi propio viaje.
Esta es la historia de mi experiencia en la blogosfera maternal. Es una historia cualquiera de una mujer/madre cualquiera. Es diferente de todas y a la vez es igual. Esta es la historia de mi río subterráneo y de cómo he logrado sacarlo a la luz y compartirlo. Es también la historia de miles de ríos subterráneos que confluyen a diario en la “Red de madres”.
Me llamo Myriam, tengo 39 años, soy madre, escritora, forera y bloguera; aunque provengo de otra blogosfera: la literaria, muy diferente de la maternal.
No sé exactamente cuando llegué a la red maternal y de crianza con apego, donde me muevo (desde hace un año) como un pez en el agua, pero sí sé como llegué y creo que cada camino es diferente por eso quiero explicar el mío.
Yo fui una embarazada consciente, que pasó su embarazo conectada con su bebé, leyendo y re-leyendo libros sobre partos, lactancia, crianza, educación, de gurús diversos, psicología, etc. Soy filóloga y una gran lectora, así que solo fue cuestión de abrir un buen hueco en mi mente y una estantería. Antes de embarazarme ya tenía claro cómo quería criar a mi hija y lo que iba a hacer con mi vida durante sus primeros años, así que los libros me servían para reafirmarme, para recoger información, para formarme más, adquirir respuestas, confianza. Lo tenía todo tan preparado y pensado que incluso parecía haber “domesticado” mi instinto.
Un parto muy diferente a lo esperado, una lactancia en inicio complicada y el puerperio me abrió en canal. Me volví a partes iguales loba salvaje y niña asustada, afloraron mis miedos, mis sueños, las pesadillas que creía olvidadas, y a la par una fuerza vital inexplicable (incluso a nivel físico) y una intuición mayúscula. La teoría se me quedó pequeña, corta, mucho, muchísimo, tan lejana como la blogosfera literaria de la que provenía. Se volvió irreal, tan teórica y yo tenía hambre (y mucha) de otra cosa.
En aquellos momentos, Yo (en diada con mi bebé), era yo y mis circunstancias. Tan mía, no era de libro, era de carne y hueso. Así que un poco de golpe aterricé en la red maternal, tan amplia pero a la vez tan acogedora y selectiva. Conocí una serie de blogs, no muchos al inicio, que me maternaron, que me acompañaron, que me ayudaron a sanar, que me contaron lo que en cierta manera me hubiera gustado (no puedo negarlo) oír de la boca de mi propia madre, perteneciente a una generación tan distante, tan lejana en “modelos” de mujer y de crianza, tan ausente.
Me lancé a descubrir mujeres cercanas, ríos variados, hij@s con nombre propio, montañas, madres con superpoderes cotidianos y además capaz de transmitirlos; pero, sobre todo, me lancé a empaparme de vida, porque así era mi maternidad: algo vivo, un río subterráneo que fluía y fluía y arrancaba compuertas a su paso, no podía encajarme en ningún libro, ni en ninguna teoría, por mucho que los adorase. Mi maternidad me hacía libre, me otorgaba capacidad de elección, de reflexión y, en aquel momento, comprendí que para moverme, para recibir o compartir información, para elegir por mí misma el rechazar o quedarme, mis propias lecturas y mis acompañamientos, mi futuro estaba en la web.
Pasaron algunos meses hasta que salieron a público mis primeros textos, meses creando y criando hacia dentro, meses cultivando el más preciado material, mientras leía y leía con la niña en la teta, blogs y foros, picoteando de aquí para allá. Yo, la escritora; yo, la siempre tan fructífera; yo, la del intelecto, estaba ahí en un nivel tan instintivo, tan tierra, tan dulce y me sentía tan libre.
Un buen día exploté y así nació mi minúsculo blog como su nombre indica. Un blog pequeño, la casa de Zambra, mi hija, mi propia casa y como más tarde descubrí la casa de otras muchas mujeres (vosotras) que pasaron y se quedaron (más de las que esperaba). Ahí nació mi “dar” en el intercambio, ahí mi granito de arena, empecé a cuidar a otras, a ayudar a sanar a otras, a acompañarlas, a maternar de la misma manera en que yo había sido maternada. Vi que ahí estaba mi lugar y que yo era necesaria en la Red Maternal, que yo tenía también un sitio y, como tod@s, algo hermoso y vivo que aportar y que eso era bueno.
Ahora sigo escribiendo poco a poco y soy consciente de que soy solamente un punto en el mapa. Un punto diminuto en un mapa inmenso, que se pliega y despliega día y noche. Un punto que junto a otro punto comienza una cadena que a su vez enlaza con otra cadena y ayuda a tejer la Red.
Esta es la historia de cómo llegué a la blogosfera maternal, y de por qué decidí quedarme. ¿Cómo lo hiciste tú? ¿Por qué decidiste quedarte? ¿Qué te retroalimenta? ¿Hacia dónde tejes tus puntos? ¿Cuál es tu grano de arena?
En definitiva: ¿Cuál es tu propia historia?
Myriam Moya Tena
Eres un punto maravilloso y necesario! Y celebro que un día decidieras hacerte visible a través de Internet. Escribes de maravilla y eres una madre consciente con la que aprendemos y nos gusta compartir.
ResponderEliminarYo empecé en esto a veces creo que sin decidirlo... casi como si la vida me trajera aquí, a hacer lo que hago, a escribir, a compartir... lo hice con miedo; desnudarse ante desconocidos no es algo a lo que estuviera acostumbrada pero necesitaba hacerlo.
Y ha sido un regalo. He aprendido, he compartido, disfruto y soy feliz formando parte de esta blogosfera maternal. También soy un punto... ¡y cómo me gusta serlo!
Besos.
Y una de las cosas más hermosas de esta red que tejemos entre todas es la posibilidad de tocarnos en la distancia, de hermanarnos aún sin habernos visto las caras. Tu historia es la mía, Myriam, y me impresiona y conmueve verme reflejada en tus palabras (no es la primera vez) con tanta precisión. Mil gracias por mencionarme, y mil gracias por estar y por ser ese punto imprescindible que eres.
ResponderEliminarMe reconozco en muchas de las cosas que tan maravillosamente explicas. A veces pienso cómo haría las cosas si no hubiera estado aqui. Si yo tampoco hubiera leido tantísimo. Seguramente muy parecido, pero quizá con menos seguridad.
ResponderEliminarEn mi caso ya tenía el blog antes de ser mamá, pero mi hijo desde que era unas celulillas, o quizá desde antes, dio vuelta a todo como un guante, tambien al blog que es un reflejo de lo que vivo.
Un saludo y a continuar