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domingo, 15 de abril de 2012

NANAS DE LA CEBOLLA


Inauguramos una nueva sección en el blog, a partir de ahora cada semana habrá poesía, escrita por mí o por otr@s autores. Hoy una de mis nanas favorita, que solía cantarnos mi padre.



NANAS DE LA CEBOLLA de Miguel Hernández

( Dedicadas a su hijo, a raíz de recibir una carta de su mujer,
en la que le decía que no comía más que pan y cebolla)


Ilustración de Miguel Tanco, extraída del libro ilustrado Me ha hecho poeta la vida, editorial SM



La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.



En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.

Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te traigo la luna
cuando es preciso.

Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en tus ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que mi alma al oírte
bata el espacio.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.

La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!

Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Ser de vuelo tan lato,
tan extendido,
que tu carne es el cielo
recién nacido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa ni
lo que ocurre.


MIGUEL HERNÁNDEZ

2 comentarios:

  1. Gracias por darme una excusa nueva para leer la poesía más hermosa, más tierna y desgarrada de un padre encarcelado por poeta y liberal en la España más cruenta. Padre impotente que al conocer que su mujer no tiene más que comer que cebolla y pan, pan y cebolla, toma la pluma para llorar por el único alimento que nutre la leche con la que una madre desesperada amamanta a su hijo. Cómo me gusta este poema, cuánto sentimiento al elevarla a canción impregna Serrat con su voz. Lo dicho, gracias.

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  2. ¡Que "casualidad" Myriam! No conocía este hermoso poema hasta este finde semana que me lo encontre impreso en la mesa de mi compañero de camino... ¡y hoy lo escucho en tu blog!
    ¡Es precioso!
    Abrazos poéticos

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